Quienes visiten la ciudad de Cracovia podrán comprobar de primera mano cómo imágenes de dragones lo inundan todo. Peluches, figuras de decoración, bolas de nieve… Si compráis un souvenir y no tiene un dragón, algo habéis hecho mal. Esta bestia mitológica es el emblema de la ciudad polaca y en su leyenda se encuentra el origen de este lugar repleto de historia y magia. Pero, ¿cuál es su leyenda? Hoy os cuento la historia de este temible monstruo escupe fuego…

La leyenda cuenta que hace mucho mucho tiempo (como siempre pasa en los cuentos) un terrible dragón vivía en la Colina de Wawel, a orillas del río Vístula. Esta bestia disfrutaba atemorizando a los habitantes de la zona. Una vez al mes, estos campesinos debían ofrecerle como tributo una gran cantidad de ofrendas en forma de ganado. De no hacerlo, el monstruo devoraría a cualquier hombre, mujer o niño que se cruzase en su camino (no hay dragón bueno).

Tal era el miedo y los estragos que esta bestia causaba que un día el rey Krakus decidió tomar cartas en el asunto y hacer algo para acabar con ella de una vez por todas. Algunos podrían pensar que se armó hasta los dientes y acudió a dar muerte al dragón, pero no. En vez de eso, prometió la mano de su hija, la princesa Wanda, al caballero que matase al dragón (no se tiene constancia de que la muchacha estuviera de acuerdo. Era otra época). Muchos de los soldados más valientes del país trataron de acabar con la bestia, pero todos fracasaron y ninguno logró volver de su intento de alcanzar la gloria.

Al final, como en toda leyenda, acabaría surgiendo un héroe inesperado. Un aprendiz de zapatero llamado Skuba decidió probar fortuna donde tantos otros habían fracasado. No tenía armadura, ni espada, pero contaba con su ingenio. Skuba cogió la piel de una oveja, la llenó de azufre y con mucho cuidado la arrojó a la entrada de la cueva del dragón. El monstruo se lanzó a devorar al animal, cayendo de lleno en la trampa del aprendiz de zapatero. Al hacerlo, empezó a sentir una sed incontrolable. Se lanzó al río y empezó a beber y beber de sus aguas. Tanto bebió la terrible bestia que, incapaz de contener tanto líquido, explotó.

El rey Krakus cumplió su palabra y Skuba se casó con la princesa Wanda. Cuando las celebraciones terminaron, el rey decidió fundar una ciudad en la colina en la que había habitado el temible dragón durante tantos años. Y esa ciudad es Cracovia.

¡Y vivieron felices y comieron perdices!

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