Según cuenta la leyenda vietnamita, en su origen, el tigre no tenía esas características franjas negras que luce en su pelaje. Por el contrario, la piel de este felino era completamente naranja.

Una mañana, el rey de la selva paseaba por sus territorios. De pronto, vio a un hombre que, junto a un enorme búfalo, se encontraba arando la tierra. El tigre se sorprendió al ver cómo aquel imponente animal se plegaba a las órdenes de un ser tan pequeño e insignificante como el hombre. Durante varias horas, observó cómo el ser humano y la bestia trabajaban. Llegó el momento de descansar y el hombre se fue a dormir bajo la sombra de un árbol. El tigre, sigiloso, se acercó a la enorme bestia, más intrigado que hambriento. Al verle, el búfalo se asustó.

-Tranquilo, búfalo. Te he estado observando durante horas. ¿Por qué te dejas manejar por ese hombrecillo tan débil?

El búfalo respondió:

-Es cierto que es débil, pequeño y enclenque, pero posee una inteligencia prodigiosa.

Sorprendido por su respuesta, el orgulloso señor de la selva se acercó al hombre, que aun se encontraba descansando bajo el árbol.

-Dime, hombre, ¿Cómo de prodigiosa es tu inteligencia como para hacer que hasta el gran búfalo te obedezca?

El hombre, asustado, contestó.

-Te la enseñaría, pero hoy me la he dejado en casa.

-Ve a buscarla entonces.

-Lo haría, pero si me voy, seguro que devorarás a mi búfalo mientras estoy fuera. Permite que te ate a ese árbol durante un momento mientras voy en busca de mi inteligencia.

El tigre, tan curioso como orgulloso, cayó en la trampa y aceptó la propuesta del hombre. Este lo ató fuertemente al tronco de un árbol y cogió un látigo. Al darse cuenta de lo que acababa de ocurrir, el tigre empezó a gritar con todas sus fuerzas. El hombre empezó a golpearlo con su látigo con todas sus fuerzas.

-¡Mira dónde está mi inteligencia!

Fue a por un montón de paja y le prendió fuego alrededor del animal. Los latigazos del hombre, la cuerda fuertemente atada a lo largo de su cuerpo y el fuego empezaron a dejarle largas marcas negras en todo su pelaje. El felino, no dejaba de gritar y repetir que se vengaría del hombrecillo y de su inteligencia. Por fin, haciendo uso de su legendaria fuerza, el rey de la selva se liberó de sus ataduras y desapareció entra los árboles.

Una vez en su guarida, el tigre observó su reflejo en el agua. Maldijo al hombre por haberle dejado aquellas grandes marcas oscuras en su hermoso cuerpo. Desde entonces, todos los tigres tienen rayas oscuras en el pelaje y gruñen de odio al ver a algún humano.

O eso dicen…

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